El artista Jaime Vallaure y el filósofo Andrea Greppi, nos invitaron a 6 artistas egresados del Máster en Artes de la Escuela Sur (Hella Spinelli, Catalina Sosa, Bruno Angelo, Natividad Martín, Sofia Tudela y yo) a participar en la primera versión de un Laboratorio de performance y política. Durante este proceso de aproximadamente 1 año, se generaron diferentes confrontaciones teórico-prácticas frente a la dimensión política de la performance, a cómo entender lo político y a la manera en que cada artista sugería una acción performativa en dicho campo. El laboratorio culminó con una presentación pública de las 6 performances en un evento en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Mi proyecto indagaba sobre la idea de terrario como un espacio de relación entre el archivo, lo vegetal y lo corpóreo, desde el cual cuestionarse el sistema clasificatorio con el que los botánicos y los políticos han narrado lo natural y lo social. Esa indagación me llevó a explorar diferentes formas de lecto-escritura, a través de las cuales imaginar cómo hablaría la tierra ante la representación científico-política, qué ruidos y sentidos brotarían al especular sobre su comunicación.
Para la presentación pública, hice una escenografía con diferentes papeles, archivos, plantas y sistemas de riego, así como un vídeo-ensayo que acompañó la lectura de un texto escrito en directo, durante las dos horas del evento, en el que lo vegetal hace evidente la polisemia de la palabra política y su imposibilidad de definirla de una única manera.
En medio del laboratorio, me doy cuenta del vínculo familiar con José Celestino Mutis, líder de la expedición botánica al Nuevo Reino de Granada, lo cual me despierta preguntas sobre la relevancia de este vínculo y su influencia en la investigación. Después de diferentes confrontaciones, decido incorporar a Mutis como un organismo más de ese terrario, es decir, como un elemento que se pone en relación con el resto.
Así, el texto escrito y editado durante la performance, oscilaba entre una carta dirigida a Mutis y un listado de palabras en las que solo se repetía la palabra política. La lectura, el espacio y las imágenes proyectadas proponen un discurso que, más que narrativo, es un murmullo. Una enunciación insistente que busca evidenciar algunas contradicciones sobre qué es lo político, trazar puentes entre lo poético, lo personal y lo científico, y explorar maneras de decolonizar el archivo y las representaciones del territorio.
Además de la performance realizada, inicié durante el laboratorio la edición de un fanzine titulado "Hacer del archivo un terrario", el cual continua reflexionando sobre el archivo para construir un cuerpo teórico y poético que relaciona la edición con el territorio.